La Santa Biblia: El libro de los libros

Ningún otro libro goza de un prestigio tan grande como la Santa Biblia. Ninguno ha sido tan copiado, vendido, leído y estudiado. Y ninguno posee su trascendencia religiosa y cultural. Tampoco ningún libro de su antigüedad ha sido mejor conservado. Esto lo convierte en una pieza única, en el libro de los libros, en la joya de la literatura universal.

La Sagrada Biblia, sin embargo, no es un libro, sino varios. Para los cristianos la Santa Biblia son un conjunto de libros sagrados que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen por autor a Dios y como tales han sido recibidos por la Iglesia. Es por esto que los cristianos consideran la Biblia la misma palabra de Dios escrita, o si se quiere, una carta del Dios omnipotente a su criatura, cuya finalidad suprema es que los fieles sean perfectos y estén preparados para toda obra buena. Así, en tanto palabra de Dios, la Sagrada Escritura constituye el sustento de la Iglesia, alimento para el alma y fuente perenne de espiritualidad.

La Biblia completa contiene 73 libros, siendo por tanto una biblioteca sui géneris. Nuestra misión naturalmente será conocerla. De momento, en el presente prefacio, nos importa resaltar que de entre todos los escritos de la Sagrada Escritura sobresalen los evangelios, que son el corazón de la Biblia, puesto que narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día de la Asunción.

«Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo», llegó a decir San Jerónimo, consciente de que la Santa Biblia tiene como última razón de ser a Jesucristo, ya que su presencia se descubre en todas sus partes. No en vano se ha llegado a decir que en la Biblia solo hay una cosa revelada: Jesucristo, su persona y su obra. De ahí que se deba empezar a estudiar la Biblia por los evangelios, puesto que Jesús es su gran revelación y su médula espinal. Quien quisiera empezar la lectura de las Páginas Sagradas por el principio, yendo al Génesis, ciertamente se desanimaría muy pronto, quizá al llegar al tercero de sus libros, el Levítico, destinado principalmente a exponer leyes acerca del culto y de las personas consagradas a él. Otra prevención importante que debe saber la persona que se acerca por vez primera a esta grandiosa obra es que la recta interpretación de la misma corresponde únicamente a la autoridad infalible de la Iglesia, que es la encargada de conservar las verdades contenidas en la Escritura y son reveladas por Dios. Y como además la Sagrada Escritura puede ser entendida de muy diversas maneras, se hace necesario que haya una autoridad que la interprete rectamente.

Jesús aseguró: «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza» (Lc 10, 16). De esta manera, se leerá la palabra de Dios atendiendo cuando sea menester a las notas que acompañan a toda Biblia católica. Ahora bien, dada la multitud de Biblias y su variada procedencia, se ha de hacer lo posible por usar una edición fiel en todo al contenido y con notas ortodoxas.

Por ejemplo, la edición anotada de la Sagrada Biblia de Monseñor Juan Straubinger es excelente. También es muy estimable la Biblia de Navarra, si se desea un lenguaje más actual, con una traducción fidedigna, y amplias apostillas rigurosas en lo doctrinal. A continuación sugiero un artículo muy seguro acerca de este punto, con un buen número de Biblias comentadas, para que el lector valore los pros y contras de cada una y escoja la que más le convenga. 


Finalmente, una vez hechas las observaciones pertinentes, resta solamente animar a su lectura. Y con este deseo en mente, nos atrevemos a decir, evocando a San Gregorio Magno: «Aprende a conocer el corazón de Dios en las palabras de Dios, para que con más ardor aspires a las cosas eternas».


LIBROS QUE CONTIENE LA SAGRADA BIBLIA 

ANTIGUO TESTAMENTO
Pentateuco
Génesis
Éxodo
Levítico
Números 
Deuteronomio
Libros históricos y narrativos
Josué
Jueces
Rut
Libro primero de Samuel
Libro segundo de Samuel
Libro primero de los Reyes
Libro segundo de los Reyes
Libro primero de las Crónicas
Libro segundo de las Crónicas
Esdras
Nehemías
Tobías
Judit
Ester
Libro primero de los Macabeos
Libros segundo de los Macabeos
Libros sapienciales y poéticos
Job
Salmos
Proverbios
Qohélet (o Eclesiastés)
Cantar de los Cantares
Libro de la Sabiduría
Sirácida (o Eclesiástico)
Libros proféticos
Isaías
Jeremías
Lamentaciones 
Baruc
Ezquiel
Daniel
Oseas
Joel
Amós 
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahún
Habacuc
Sofonías
Ageo
Zacarías
Malaquías

NUEVO TESTAMENTO
Libros históricos
Evangelio según San Mateo
Evangelio según San Marcos
Evangelio según San Lucas
Evangelios según San Juan
Hechos de los Apóstoles
Cartas doctrinales de San Pablo
Carta a los Romanos
Primera carta a los Corintios
Segunda carta a los Corintios
Carta a los Gálatas
Carta a los Efesios
Carta a los Filipenses
Carta a los Colosenses
Primera carta a los Tesalonicenses
Segunda carta a los Tesalonicenses
Primera carta a Timoteo
Segunda carta a Timoteo
Carta a Tito
Carta a Filemón
Carta a los Hebreos
Cartas doctrinales de otros Apóstoles
Carta de Santiago
Primera carta de San Pedro
Segunda carta de San Pedro
Primera carta de San Juan
Segunda carta de San Juan
Tercera carta de San Juan
Carta de San Judas
Libros proféticos
Apocalipsis

LECCIONES DE SAGRADA ESCRITURA
[Periódicamente se irán añadiendo nuevas lecciones]
—Criterios para el estudio de las Sagradas Escrituras: Carta encíclica Providentissimus Deus.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Poema épico de Gilgamesh o la primera gran epopeya literaria de la humanidad

La decadente Torrevieja y su encanto particular

¿Quiénes fueron los hombres de las cavernas?