¡Cómo hemos podido caer tan bajo!


De vez en cuando, por no decir a diario, todos recibimos en nuestro móvil mensajes más o menos pertinentes o molestos. A mí no me interesa la actualidad social ni política, y, cada día que pasa, consigo evadir mejor la inmundicia de los medios de comunicación y sucedáneos. Sin embargo, ayer un conocido me enviaba un enlace al vídeo al que a continuación me refiero. Y me acabé riendo por no llorar. Tras agradecer a esta persona el gesto de enviarme dicho vídeo, le dije lo que pensaba del mismo y le rogué que no me enviara del estilo ninguno más. Yo ya sé lo que hay, le dije. Además, quiero vivir al margen de la vorágine. Vivir en el mundo —cosa irremediable—, pero al margen de éste. Tengo ideas claras y sé cuál es mi posición y qué actitud debo tomar frente al ordo ab chao o caos ordenado que están implantando los ingenieros de la cercana dictadura mundial, interesados en barbarizar a jóvenes y mayores y hacerlos domesticables y carne de abismo. Entre tanto, yo voy a vivir; felizmente y de acuerdo a mis ideas. Con todo y con eso, el vídeo en cuestión venía a corroborar la realidad que está a la vista de cualquiera desde hace mucho. Y es la prueba incontestable de que si bien la humanidad nunca tuvo su origen en los simios, al menos está cayendo tan bajo que será muy pronto imposible distinguirla de ellos. Lo peor es que el único remedio que se me ocurre para esta desmejorada humanidad es un atroz despertar.

PD: Por cierto, ¡alguien se ha parado a pensar en que semejantes asnos y asnas tienen derecho a votar!

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